lunes, 31 de agosto de 2009

aquel

Ruego a la razón sosiego,
descubro que no es ella la única que me alborota,
es el corazón quien suplica inquietante:
mirarte, suspirarte
para saborearte con caricias suaves...
y el único consuelo mío
es poder haberte causado
al menos un poco de efecto retardante.